Violadores felices
VIOLADORES FELICES I Las c�rceles --que por motivos profesionales conozco bien-- est�n llenas de �violadores� que no lo son, pues esos muchachos s�lo tuvieron relaciones con sus enamoradas menores de edad, sin saber que sus familias eran intolerantes y poderosas y sin tomar en cuenta que en la mayor�a de pa�ses latinos se considera violaci�n a cualquier relaci�n sexual con menores, aunque hayan sido consentidas. A veces incluso mujeres mayores que se entregaron voluntariamente, al no lograr sus objetivos de matrimonio o ventajas materiales, acusan de violaci�n a los pobres tipos que no se esperaban tales trampas. Y como el sistema es corrupto, tales varones van a la c�rcel, a pesar de lo mucho que las hicieron gozar a las malagradecidas. Los verdaderos violadores andamos libres, porque planificamos y realizamos nuestras maldades con las mayores precauciones, con profesionalismo y sin dejar huellas delatoras. Sin nada de improvisaciones, ni caer en provocaciones o asuntos riesgosos, gozamos siempre sobre seguro (y sobre ricos cueritos, calientes y gimientes, por supuesto). Precauciones Nuestro grupo de violadores est� compuesto por 3 personas: Brutus es el m�s fuerte y capaz de alzar en vilo a cualquier mujer y hasta dos a la vez, una bajo cada brazo. Atila es buen chofer y mejor proveedor de casas y otros recursos. El suscrito se encarga de la informaci�n y la vigilancia. Todos somos profesionales, de trabajo, domicilio y familia conocidos, con buena fama como miembros de la comunidad. Nunca nos mezclamos con drogadictos, ni personas en conflicto con la ley, ni concurrimos a bares o lugares de dudosa reputaci�n. Y vestimos siempre formalmente o de sport elegante, con ropa de la mejor calidad. As�, estamos a salvo de cualquier sospecha o roce con la polic�a. Por otro lado, gracias a la experiencia y cursos de lucha libre y otros que hemos llevado, sabemos dominar a cualquier mujer sin maltratarla en exceso, empleando siempre el m�nimo de violencia f�sica necesaria. Utilizamos m�s los �nicos recursos que generalmente neutralizan la resistencia de casi todas las mujeres: El temor y el convencimiento de que toda resistencia es in�til: Una vez que las mujeres que raptamos se dan cuenta de que nada les vale gritar, guardan silencio y ya no intentan escapar, aunque s� inevitable e instintivamente resisten con todas sus fuerzas a ser desnudadas, tumbadas y abiertas de piernas. Para suerte nuestra, pues precisamente el forcejeo por dominarlas es lo que vuelve m�s excitante la violaci�n y m�s intenso del placer de tan incomparable forma de poseerlas. Restricciones: entre 18 and 59 seeking man o woman |
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